ANSIEDAD
EL MENSAJE DE LA ANSIEDAD
La ansiedad se define como un estado mental caracterizado por una gran inquietud, una intensa excitación y una extrema inseguridad. Se basa en los miedos subyacentes de fondo relacionados con la anticipación del futuro y las recreaciones del pensamiento en relación a él.
Si bien tiene una función como mecanismo adaptativo natural que permite el ponerse en alerta antes ciertos sucesos que lo requieren, la respuesta suele ser en ocasiones desmesurada jugando un importante papel en situaciones de desbordamiento y descontrol emocional, llegando incluso en algunos casos a auténticos ataques de pánico, donde la persona que lo sufre siente un miedo irracional, incluso con ideas de muerte inminente. Puede resultar agotadora y desesperante.
En periodos continuados cuando la ansiedad supone un problema para la vida cotidiana de la persona que la padece se considera un trastorno y como tal, se recomienda detenerse a mirar hacia dentro y localizar las raíces emocionales del asunto que lo provoca.
Algunas hechos circunstanciales traumáticos pueden genera estrés postraumático si no han sido bien elaborados y “digeridos”. Otras experiencias relacionadas con los cambios vitales, tales como un embarazo, un despido, una mudanza, pueden producir ansiedad en diferentes grados.
¿Qué síntomas pueden señalarla?
La ansiedad tiene síntomas físicos, mentales y emocionales. Dependiendo de la intensidad del trastorno, la situación que se vive, y el modo de atenderlo, la persona puede sufrir cansancio, irritabilidad, dificultad para concentrarse, insomnio, preocupación constante con pensamientos recurrentes, ataques de angustia que se retroalimentan con la elevación de la sensación corporal de algunas evidencias como las palpitaciones, la elevación de las pulsaciones, la tensión muscular, las contracturas, temblores, mareos, conflictos digestivos, indigestión, diarrea, sensación de ahogo. No todas las personas tienen los mismos síntomas, ni éstos la misma intensidad en todos los casos. Cada persona, según su predisposición biológica y/ o psicológica, se muestra más susceptible a sentirlos. Sea como sea los síntomas en conjunto o por separado parecen alarmantes y son generadores en bucle de un aumento de la ansiedad.
¿Qué hacer?
Por tanto el primer paso es reconocer que estamos padeciendo ansiedad. Darse cuenta que es una alteración emocional mal gestionada que “esconde” una causa y que el cuerpo expresa lo que a veces uno mismo no se permite expresar. Es decir, la ansiedad trae un mensaje que entregar y fiel a su propósito insiste hasta que la escuchamos. Desde esa perspectiva la mala fama de la ansiedad se cae por su propio peso. Empezar a contemplarla como cómplice aliada del Ser que viene a ayudarnos a mostrarnos algo que mirar y recolocar en el interior, ya que habla de nosotros y nos muestra una incoherencia entre lo que decimos, sentimos y hacemos traduciéndose en desequilibrio y desconexión.
La medicación si bien puede ayudar en momentos extremos puntuales, enmascara y camufla los estados internos saboteando el mensaje que la ansiedad que “se hace callar” no logra entregar.
Quien padezca ansiedad puede ayudarse con un estilo de vida saludable, la eliminación de sustancias excitantes, la práctica de ejercicio físico que contribuya a drenar el acúmulo energético, el contacto revitalizante con la naturaleza, las flores de Bach que armonizan vibratoriamente el campo emocional, así como la atención de un profesional que pueda entrenarnos en ejercicios de relajación, meditación, coherencia cardiaca, conciencia emocional y gestión del estrés y que sobre todo acompañe en ese proceso de DARSE CUENTA del foco disparador de la ansiedad para poder así desmontarla y extraer de ella el aprendizaje. Se recomienda la terapia transpersonal que atiende y contempla a la persona desde una visión holística amplia y cuyo objetivo es la reconexión con el Ser.
Mayla J. Escalera
Terapeuta Transpersonal especializada en expansión de conciencia
Conciencia emocional. Gestión de la Ansiedad.
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